Por D. González
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“Es mi plan de acción para alcanzar mis metas trazadas…”, fue lo que contesté cuando me preguntaron cual es mi proyecto de vida. Sin lugar a dudas me gusta pensar que tengo una directriz de vida hasta que me muera, sin considerar oportunidades, el destino y los sentimientos que creo que son míos. Sin darme cuenta, he estado viviendo estos años construyendo un proyecto inconsciente balanceado entre lo que me gusta y lo que he debido hacer para sobrevivir.
Un proyecto de vida no solamente constituye la realización profesional de las personas, también tiene que ver con el desarrollo y reconocimiento de una opción o identidad sexual. Por eso considero válido preguntarse ¿si lo que hacemos con nuestra vida nos lleva a la felicidad y por qué? ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida? Y más importante aún, ¿qué pasó o ha pasado en nuestra vida que nos lleva a trabajar en lo que hacemos? Si trabajas en una organización de la sociedad civil por los Derechos Humanos, la pregunta cala más. Respondiéndome sinceramente me doy cuenta que he elegido lo que hago desde las heridas de mi pasado. Así, trabajando en una organización pro derechos humanos de jóvenes, incluyendo a las lesbianas, gays, bisexuales y trans, me doy cuenta que estoy participando en espacios de incidencia pública (por ejemplo a través de ECA) tratando de crear consciencia en la sociedad para eliminar prácticas discriminatorias hacia la diversidad sexual.
Reflexionando, ¿será que construimos nuestro proyecto de vida para sanar heridas o para devolver los sentimientos prestados de la sociedad y nuestra familia? Sin darnos cuenta, replicamos los sentimientos que han afectado a nuestros ancestros y ancestras y éstos son los que nos pueden hacer mas daño en el desarrollo personal. Es así que les propongo un ejercicio que pueden realizar en compañía o cada uno este solo o sola en sus casas en el espacio donde se sientan con mayor comodidad, no necesitas hablar, solo te vas a poner en contacto con tus sentimientos y las reacciones de tu cuerpo:
- Ubícate frente a una persona (un amigo o amiga, tu vecino, algún familiar) o frente a un espejo, respira profundo varias veces y trata de identificar la herida que más ha marcado tu vida y el desenvolvimiento de ésta.
- ¿Cómo te sentís?
- Ahora, pensá con quién se relaciona mas esta herida… ¿mamá o papá?
- Trata de visualizar en la otra persona o en el espejo a tu mamá o papá.
- ¿Cómo te sentís?
- Ahora, reflexiona sobre esos sentimientos que no te pertenecen y lo que hay detrás de ellos… ¿algún problema familiar? ¿experiencias familiares?
- Finalmente, con mucho amor, y una vez identificado el o los sentimientos prestados, devuélvelos a tu mamá o papá.
Una de las leyes para continuar con un proyecto de vida es precisamente vivir con nuestros propios sentimientos; éstos solo se curan cuando son devueltos a sus dueños y dueñas. Son fáciles de identificar… pregúntate: ¿lo que me pasa a mi es mío? Pudiera ser que nuestro sentimiento de pertenencia al clan familiar y las ansias por ser bien vistos o aceptados por estos y estas, nos lleve a vivir el proyecto de vida de nuestros padres y no lo que de verdad quisiéramos hacer. En este caso, solo me queda comentar que la pertenencia al clan familiar va en la sangre y no en las actitudes o decisiones.
Además, ¿cómo va a mejorar la familia si todos hacemos lo mismo?
En conclusión, he decidido devolver sentimientos, tratar de no hacer lo que hago por costumbre, fomentar una renovación en el clan familiar educándoles y llamándoles al respeto a mi identidad sexual. Cuando me pregunten sobre mi proyecto de vida contestaré que me gusta bailar, ir a la playa, echarme mis tragos, comprar ropa y zapatos, aprender a escribir, leer, sentirme útil, jalar, el Messenger, leer correos electrónicos, el hi5, las fiestas, apoyar al movimiento por