lunes, 24 de agosto de 2009

Me rehuso a ser un gay heteronormal

Por Danilo Gonzalez dg.espacio@gmail.com

Cuando he tenido novio siempre me preguntan cual es el hombre y cual es la mujer en mi relación. Y me cuesta responder y me limito a decir que ambos somos hombres. Sin duda, la pregunta esta basada en la construcción social binaria en la que vivimos donde todo es femenino o masculino y hombre o mujer.

La heteronormatividad o imposición de la heterosexualidad como la manera “normal” de relacionarse, obedece a los intereses y construcciones sociales, culturales, religiosas, políticas y también patriarcales de la sociedad. Obviamente, está basada en la construcción fundamentalista de más de 2 mil años, especialmente desde los hombres con poder.

No es raro que en las mismas relaciones homosexuales o diversas nos basamos en ese mismo sistema para relacionarnos sin plantearnos nuevas formas de establecer vínculos con una persona que nos gusta o amamos. De entrada, el tema de la fidelidad y el amor incondicional obedece a la apropiación del cuerpo de la otra persona. Mi cuerpo es tuyo y el tuyo es mío para demostrarnos que somos una pareja y que nos queremos, sin preguntarnos si el amar a alguien nos da el derecho de disponer de los deseos sexuales de la otra persona.

Si se trata de convivencia podemos decir que las citas, las relaciones sexuales y los estándares de éxito son medidos con la misma regla que las personas heterosexuales. Por ejemplo, tenemos la constante preocupación por que nuestras relaciones sean duraderas para que sean calificadas como exitosas, a sabiendas que en la mayoría de los casos, las relaciones homosexuales son cortas. En este sentido, estar con una sola persona por mucho tiempo, aunque hayan diferencias irreconciliables, es una forma heteronormal de demostrar que somos capaces de tener relaciones afectivas.

Además, la heteronormatividad no se trata solo de acciones, si no de valores, normas y creencias que tenemos internalizadas y que obedecen a los sentimientos de pertenencias. ¿Tenemos que ser para pertenecer? Es decir, aunque seamos gays, lesbianas, trans y bisexuales, ¿tenemos que replicar el sistema para ser socialmente aceptados? En este sentido, estamos siguiendo un patrón de aceptación elitista. Primero una élite masculina donde uno de los miembros de las parejas tiene que ser el “hombre”, el que tiene el poder y domina a la otra persona. Por otro lado, caemos bajo la lógica de la élite religiosa donde aprehendemos una conducta de monogamia sexual y en la represión de la vida sexual y reproductiva entre parejas diversas.

La heteronormatividad no me la estoy inventando yo. Como dije antes, son valores, normas y conductas enseñadas en el seno de nuestras familias, el Estado, la escuela y los círculos sociales. Sin darnos cuenta, seguimos cayendo en la trampa del sistema aunque salgamos entre personas del mismo sexo y/o género.

Que mas decir… la sexualidad es un proceso personal, privado y de creatividad. La idea es que como personas diversas podamos construir identidades diversas, pero que también reconozcamos que hay maneras diferentes de relacionarnos y vincularnos afectivamente y sexualmente con otras personas. La heteronormatividad es solo avalada y naturalizada si la practicamos. Si la lucha es por el respeto a nuestras identidades, entonces la lucha debe ser coherente con la práctica y desde nuestras maneras de relacionarnos podemos incidir y aportar a crear un entorno favorable. Esto lo digo para que la sexualidad, como un aspecto en constante cambio del ser humano, sea visto como un proceso normal y no como el tema tabú de siempre.
Yo me estoy rehusando a ser un gay heteronormal porque quiero tener relaciones diversas. Esto implica vivir mi género, identidad, orientación sexual y rol sin verme condicionado por el biologicismo o las normas sociales, consciente de lo que implica al no ser socialmente aceptado, aun en la diversidad sexual, y teniendo como bandera de lucha mis actitudes transgresoras.

1 comentarios:

Baltazar dijo...

De acuerdo con “La heteronormatividad es la manera “normal” de relacionarse, obedece a construcciones sociales, culturales, religiosas y políticas”. Pero, no es impuesta. Es un patrón de ver las cosas. A como se puede acusar que existe la homo-normatividad. Tener la visión del mundo netamente homosexual. Para los primeros todo se reduce a un hombre y una mujer, para los segundos, todas son mujeres, locas, afeminados y promiscuos. En la homo+normatividad, un homosexual jamás puede tener un amigo heterosexual, ¡imposible!. El amigo es homosexual y no se da cuenta o no se acepta. Todo homosexual tiene que saber de ropa, de moda, perfumes, saber combinarse y nunca dejar escapar un polvo.

Creo que fidelidad es el respeto a un acuerdo afectivo entre dos personas. Si el acuerdo es de solo exclusividad sexual, si hay infidelidad. En cambio, si el acuerdo es solo de exclusividad afectiva, no hay infidelidad. O sea, no se limita al derecho – o no – de disponer de los deseos sexuales de la otra persona.

Igual no creo que sea una forma heteronormal el estar con una sola persona por mucho tiempo – aunque hayan diferencias irreconciliables–. Repito no lo creo. Creo que se trata de cómo la persona entiende dar y recibir afecto, cómo ve el amor y como decide vivirlo. Hay algo más ahí. Es mucho más de autoestima que de mandato.

Pretender que ser homosexual implica no tener ni los valores, ni las creencias, ni las normas que se auto-adjudican heterosexuales es caer en la trampa del sistema. En otras palabras, Si los heterosexuales proclaman la fidelidad o la monogamia sexual como valor, entonces, para ser homosexual ¿tengo que ser promiscuo?, ¿infiel? Es caer en la trampa del sistema. ¿Quién adjudico exclusivamente esos valores a los heterosexuales? ¿De donde se concluye que las construcciones sociales han sido formadas exclusivamente por heterosexuales? ¿Acaso todos los ejemplos de los valores han sido heterosexuales?. Es el mismo cuento entre los religiosos y los laicos. ¿Quién ha dicho que –entre otros– la solidaridad, compasión, tolerancia y respeto son valores exclusivos de los religiosos?. Las personas laicas bien pueden tener esos mismos valores. ?¿Desde cuándo los valores pertenecen a una práctica sexual o a una confesión religiosa?

Para que no se mal entienda, no estoy diciendo que la sociedad no es heterosexista o no es patriarcal. No digo eso, es otro asunto. Para mí, las personas somos mucho más que construcciones sociales – mandatos, aunque tengan su peso –. Hay, emociones, afinidades y procesos psicológicos.

En conclusión, considero falso que para rehusarse a ser un gay heteronomal la persona no tenga que vivir en coherencia con lo que considera como valor, supuestamente por que éste ha sido una construcción social de la heteronormatividad. Repito, los valores no pertenecen a una orientación sexual. Es muy aventurado proclamar que para rehusarse a ser un gay heteronormal se tenga que violar lo que cada quien cree como principios y valores.

lunes, 24 de agosto de 2009

Me rehuso a ser un gay heteronormal

Por Danilo Gonzalez dg.espacio@gmail.com

Cuando he tenido novio siempre me preguntan cual es el hombre y cual es la mujer en mi relación. Y me cuesta responder y me limito a decir que ambos somos hombres. Sin duda, la pregunta esta basada en la construcción social binaria en la que vivimos donde todo es femenino o masculino y hombre o mujer.

La heteronormatividad o imposición de la heterosexualidad como la manera “normal” de relacionarse, obedece a los intereses y construcciones sociales, culturales, religiosas, políticas y también patriarcales de la sociedad. Obviamente, está basada en la construcción fundamentalista de más de 2 mil años, especialmente desde los hombres con poder.

No es raro que en las mismas relaciones homosexuales o diversas nos basamos en ese mismo sistema para relacionarnos sin plantearnos nuevas formas de establecer vínculos con una persona que nos gusta o amamos. De entrada, el tema de la fidelidad y el amor incondicional obedece a la apropiación del cuerpo de la otra persona. Mi cuerpo es tuyo y el tuyo es mío para demostrarnos que somos una pareja y que nos queremos, sin preguntarnos si el amar a alguien nos da el derecho de disponer de los deseos sexuales de la otra persona.

Si se trata de convivencia podemos decir que las citas, las relaciones sexuales y los estándares de éxito son medidos con la misma regla que las personas heterosexuales. Por ejemplo, tenemos la constante preocupación por que nuestras relaciones sean duraderas para que sean calificadas como exitosas, a sabiendas que en la mayoría de los casos, las relaciones homosexuales son cortas. En este sentido, estar con una sola persona por mucho tiempo, aunque hayan diferencias irreconciliables, es una forma heteronormal de demostrar que somos capaces de tener relaciones afectivas.

Además, la heteronormatividad no se trata solo de acciones, si no de valores, normas y creencias que tenemos internalizadas y que obedecen a los sentimientos de pertenencias. ¿Tenemos que ser para pertenecer? Es decir, aunque seamos gays, lesbianas, trans y bisexuales, ¿tenemos que replicar el sistema para ser socialmente aceptados? En este sentido, estamos siguiendo un patrón de aceptación elitista. Primero una élite masculina donde uno de los miembros de las parejas tiene que ser el “hombre”, el que tiene el poder y domina a la otra persona. Por otro lado, caemos bajo la lógica de la élite religiosa donde aprehendemos una conducta de monogamia sexual y en la represión de la vida sexual y reproductiva entre parejas diversas.

La heteronormatividad no me la estoy inventando yo. Como dije antes, son valores, normas y conductas enseñadas en el seno de nuestras familias, el Estado, la escuela y los círculos sociales. Sin darnos cuenta, seguimos cayendo en la trampa del sistema aunque salgamos entre personas del mismo sexo y/o género.

Que mas decir… la sexualidad es un proceso personal, privado y de creatividad. La idea es que como personas diversas podamos construir identidades diversas, pero que también reconozcamos que hay maneras diferentes de relacionarnos y vincularnos afectivamente y sexualmente con otras personas. La heteronormatividad es solo avalada y naturalizada si la practicamos. Si la lucha es por el respeto a nuestras identidades, entonces la lucha debe ser coherente con la práctica y desde nuestras maneras de relacionarnos podemos incidir y aportar a crear un entorno favorable. Esto lo digo para que la sexualidad, como un aspecto en constante cambio del ser humano, sea visto como un proceso normal y no como el tema tabú de siempre.
Yo me estoy rehusando a ser un gay heteronormal porque quiero tener relaciones diversas. Esto implica vivir mi género, identidad, orientación sexual y rol sin verme condicionado por el biologicismo o las normas sociales, consciente de lo que implica al no ser socialmente aceptado, aun en la diversidad sexual, y teniendo como bandera de lucha mis actitudes transgresoras.

1 comentario:

Baltazar dijo...

De acuerdo con “La heteronormatividad es la manera “normal” de relacionarse, obedece a construcciones sociales, culturales, religiosas y políticas”. Pero, no es impuesta. Es un patrón de ver las cosas. A como se puede acusar que existe la homo-normatividad. Tener la visión del mundo netamente homosexual. Para los primeros todo se reduce a un hombre y una mujer, para los segundos, todas son mujeres, locas, afeminados y promiscuos. En la homo+normatividad, un homosexual jamás puede tener un amigo heterosexual, ¡imposible!. El amigo es homosexual y no se da cuenta o no se acepta. Todo homosexual tiene que saber de ropa, de moda, perfumes, saber combinarse y nunca dejar escapar un polvo.

Creo que fidelidad es el respeto a un acuerdo afectivo entre dos personas. Si el acuerdo es de solo exclusividad sexual, si hay infidelidad. En cambio, si el acuerdo es solo de exclusividad afectiva, no hay infidelidad. O sea, no se limita al derecho – o no – de disponer de los deseos sexuales de la otra persona.

Igual no creo que sea una forma heteronormal el estar con una sola persona por mucho tiempo – aunque hayan diferencias irreconciliables–. Repito no lo creo. Creo que se trata de cómo la persona entiende dar y recibir afecto, cómo ve el amor y como decide vivirlo. Hay algo más ahí. Es mucho más de autoestima que de mandato.

Pretender que ser homosexual implica no tener ni los valores, ni las creencias, ni las normas que se auto-adjudican heterosexuales es caer en la trampa del sistema. En otras palabras, Si los heterosexuales proclaman la fidelidad o la monogamia sexual como valor, entonces, para ser homosexual ¿tengo que ser promiscuo?, ¿infiel? Es caer en la trampa del sistema. ¿Quién adjudico exclusivamente esos valores a los heterosexuales? ¿De donde se concluye que las construcciones sociales han sido formadas exclusivamente por heterosexuales? ¿Acaso todos los ejemplos de los valores han sido heterosexuales?. Es el mismo cuento entre los religiosos y los laicos. ¿Quién ha dicho que –entre otros– la solidaridad, compasión, tolerancia y respeto son valores exclusivos de los religiosos?. Las personas laicas bien pueden tener esos mismos valores. ?¿Desde cuándo los valores pertenecen a una práctica sexual o a una confesión religiosa?

Para que no se mal entienda, no estoy diciendo que la sociedad no es heterosexista o no es patriarcal. No digo eso, es otro asunto. Para mí, las personas somos mucho más que construcciones sociales – mandatos, aunque tengan su peso –. Hay, emociones, afinidades y procesos psicológicos.

En conclusión, considero falso que para rehusarse a ser un gay heteronomal la persona no tenga que vivir en coherencia con lo que considera como valor, supuestamente por que éste ha sido una construcción social de la heteronormatividad. Repito, los valores no pertenecen a una orientación sexual. Es muy aventurado proclamar que para rehusarse a ser un gay heteronormal se tenga que violar lo que cada quien cree como principios y valores.