martes, 27 de noviembre de 2007

Entre un reino y su sexualidad; su libertada valio más para el Príncipe Gay de la India

Igual que en los cuentos de las Mil y una Noches, un príncipe indio ha decidido renunciar a su fortuna, su buen nombre y su herencia a cambio de la felicidad. Pero esta vez no hay princesas de por medio, sino su propia libertad sexual.

Manvendra Singh Gohil, heredero al trono de Rajpipla, descubrió que era gay a los 10 años. Pero fue criado en un entorno tan protector que, por increíble que parezca, su familia le impidió cruzar la calle solo hasta que era un adolescente. El joven Gohil fue continuamente rechazo de la nobleza india, todo por un romance tortuoso con un sirviente de la casa. Tambien, fue forzado por sus padres a casarse con una princesa menor de edad que convenía a la familia, de quien se divorcio apresuradamente sin siquiera haber consumado la unión, pero el joven príncipe gay hindú se vio obligado a continuar manteniendo la fachada de respetabilidad que su título y sobre todo su familia le exigían.

En Bombay comenzó a llevar una doble vida y a colaborar cada vez más activamente con organizaciones que luchaban contra el sida y acabó fundando la ONG Fundación Lakshya: «Cuando mis padres creían que estaba en clase de yoga, en realidad andaba repartiendo condones entre los jóvenes».

Pero la situación era insostenible, y hace cinco años Manvendra sufrió una crisis nerviosa que le llevó a estar internado 15 días en el hospital. Poco después, su psiquiatra reunió a toda la familia para pedir a los ilustres de Rajpipla que admitiesen los hechos y aceptasen la homosexualidad del primogénito de la familia. Las recomendaciones medicas no tuvieron éxito.

Harto de simular, en marzo Manvendra declaró a un periódico su condición de gay. «Se vendió como pan caliente», recuerda el joven príncipe. No satisfecho con eso, y para despejar cualquier duda, el heredero acudió hace pocos días a los platós de las televisiones nacionales para repetir ante las cámaras su condición sexual.

Al día siguiente, un grupo de airados vecinos de su ciudad natal arrojaba fotografías del príncipe heredero a una hoguera, y los Rajpipla publicaban un anuncio en la prensa repudiando y desheredando públicamente a un ya aliviado Manvendra. Su madre ha amenazado con demandar a quien se dirija a él como hijo suyo.

Pero el último descendiente de los Rajpipla dice que «no lamenta» ser despojado de tales privilegios a cambio de una vida «honesta». «Acepto lo que mi familia ha decidido; no voy a pedir nada, renuncio a todos mis derechos», dice Manvendra. Y es que quizá, continuando con la tradición de los Rajpipla, ha logrado hacer lo que le apetecía, aunque para ello haya tenido que renunciar a casi todo.
Recientemente, el Pricipie anuncio sus intenciones de adoptar un niño en edad escolar. Su familia está haciendo algunos intentos de recuperar sus relaciones y suavizar las reacciones del primer momento. Su padre, Raghubir Singh Gohil, dijo a The Times of India que está arrepentido de su ataque de rabia. "Fui presionado. Me dejé llevar por un ataque de rabia. Siempre fue un buen hijo", dijo al diario.

Con información de www.elmundo.es

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martes, 27 de noviembre de 2007

Entre un reino y su sexualidad; su libertada valio más para el Príncipe Gay de la India

Igual que en los cuentos de las Mil y una Noches, un príncipe indio ha decidido renunciar a su fortuna, su buen nombre y su herencia a cambio de la felicidad. Pero esta vez no hay princesas de por medio, sino su propia libertad sexual.

Manvendra Singh Gohil, heredero al trono de Rajpipla, descubrió que era gay a los 10 años. Pero fue criado en un entorno tan protector que, por increíble que parezca, su familia le impidió cruzar la calle solo hasta que era un adolescente. El joven Gohil fue continuamente rechazo de la nobleza india, todo por un romance tortuoso con un sirviente de la casa. Tambien, fue forzado por sus padres a casarse con una princesa menor de edad que convenía a la familia, de quien se divorcio apresuradamente sin siquiera haber consumado la unión, pero el joven príncipe gay hindú se vio obligado a continuar manteniendo la fachada de respetabilidad que su título y sobre todo su familia le exigían.

En Bombay comenzó a llevar una doble vida y a colaborar cada vez más activamente con organizaciones que luchaban contra el sida y acabó fundando la ONG Fundación Lakshya: «Cuando mis padres creían que estaba en clase de yoga, en realidad andaba repartiendo condones entre los jóvenes».

Pero la situación era insostenible, y hace cinco años Manvendra sufrió una crisis nerviosa que le llevó a estar internado 15 días en el hospital. Poco después, su psiquiatra reunió a toda la familia para pedir a los ilustres de Rajpipla que admitiesen los hechos y aceptasen la homosexualidad del primogénito de la familia. Las recomendaciones medicas no tuvieron éxito.

Harto de simular, en marzo Manvendra declaró a un periódico su condición de gay. «Se vendió como pan caliente», recuerda el joven príncipe. No satisfecho con eso, y para despejar cualquier duda, el heredero acudió hace pocos días a los platós de las televisiones nacionales para repetir ante las cámaras su condición sexual.

Al día siguiente, un grupo de airados vecinos de su ciudad natal arrojaba fotografías del príncipe heredero a una hoguera, y los Rajpipla publicaban un anuncio en la prensa repudiando y desheredando públicamente a un ya aliviado Manvendra. Su madre ha amenazado con demandar a quien se dirija a él como hijo suyo.

Pero el último descendiente de los Rajpipla dice que «no lamenta» ser despojado de tales privilegios a cambio de una vida «honesta». «Acepto lo que mi familia ha decidido; no voy a pedir nada, renuncio a todos mis derechos», dice Manvendra. Y es que quizá, continuando con la tradición de los Rajpipla, ha logrado hacer lo que le apetecía, aunque para ello haya tenido que renunciar a casi todo.
Recientemente, el Pricipie anuncio sus intenciones de adoptar un niño en edad escolar. Su familia está haciendo algunos intentos de recuperar sus relaciones y suavizar las reacciones del primer momento. Su padre, Raghubir Singh Gohil, dijo a The Times of India que está arrepentido de su ataque de rabia. "Fui presionado. Me dejé llevar por un ataque de rabia. Siempre fue un buen hijo", dijo al diario.

Con información de www.elmundo.es

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